Felicidad empiernada

Liber Ludens
2 min readFeb 13, 2020

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12 de febrero.

Ayer fue día del sociólogo y me sentía bendecida y afortunada. Me sentía como una niña desgraciada que tiene la dicha de que alguien por fin le pagara una tetas nuevas para aliviar sus penas corporales y mentales.

Quise compartir mis alegrías comunes, pero me desmotivó la idea porque solo era otro día más donde anbaba sin plata, con los labios rotos y con cero ganas de pensar cosas productivas.

Ayer fue día del sociólogo y parecía ser el único día donde la gente exageraba que le importaba tal día, especialmente la gente que estudia sociología, o nos hacen creer a todos que estudian sociología.

Estaba pensando que cuando estás totalmente dedicado y concentrado en algo no tienes tiempo como para estar alardeando que haces algo, porque uno se pone a ver: cuando alardeas de algo es porque quieres dar la idea que eres lo que haces: supongamos, por poner un ejemplo, de un sociólogo que hace supuestamente sociología, ¿a quién y en dónde le cabe eso?, (siempre tenemos un destinatario, o varios, que lo único que hacen es estar pendiente si alguien hace algo, una forma mediocre de vida, digna para argumentar desde las apariencias). Lo que mortifica es que solo quieres dar la idea de que estás haciendo algo cuando al final no andas haciendo nada honestamente, sino perdiendo tu tiempo haciéndole creer a otros que haces algo, demostrando en ese esfuerzo mínimo por compartir lo que haces, que casi nunca es algo extraordinario, que no haces en verdad nada, y en ese absolutamente no hacer nada no tienes forma de sincerarte con la discreción que exige estar concentrado y dedicado realmente en algo, sin necesidad de distraerte por compartir con otros que hiciste algo, porque a fin de cuentas a nadie le importa, (capaz, y eso es mucho, le importe a la gente que nos quiera de verdad). Siempre alguien observa lo que hacemos y eso resulta algo vergonzoso, pero también gratificante, tanto para nosotros como para los que tienen la creencia de que hacemos algo interesante en este mundo local. Es muy fácil vivir convencido de lo que otros piensen de ti, ser el bufoncito amigable de otros. Difícil es dedicarse con plenitud egoísta a una disciplina sin que te importe mucho lo que piensen los demás. Total…

Esa es la clase de alegría incomprendida que quiero compartir con mis colegas. Los aprecio mucho.

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